Mucho antes de que este genial inventor empezara sus experimentos tipográficos, los hombres de las primeras civilizaciones, ya se habían interesado en fijar símbolos en soportes para facilitar la lectura.
Sin lugar a duda, los predecesores de Gutenberg fueron los chinos, que ya experimentaban con papel, tinta y solvente.
La imprenta de Gutenberg estaba fabricada en madera de roble, su tamaño era bastante grande y su mecanismo, sencillo.
La prensa se accionaba con un tornillo grueso (husillo) que hacía subir y bajar una plancha de madera (cuadro). Esta ejercía presión sobre la parte entintada que quería imprimirse y el papel se extendía sobre una plataforma (platina) fijada al piso. Como la superficie del cuadro era más chica que la forma del papel, la operación del prensado debía efectuarse con dos descensos del cuadro.
Más tarde, se creó la imprenta de tipos móviles que fue otra gran revolución ya que sus planchas eran de metal, en lugar de madera, y permitían que las mismas se volvieran a utilizar tantas veces como quisieran imprimir un mismo ejemplar sin riesgo de quebrarse.
Gracias a la imprenta que Gutenberg inventó, el mundo evolucionó favorablemente haciéndonos posible opinar, aprender y comunicarnos a través del papel.
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